RESEÑA NATSUME YUUJINCHOU SHI

Les juro que cada vez donde escribo mis planificaciones de verdad creo que las voy a cumplir, hasta yo me sorprendo que tuvo que pasar casi 1 año para esta continuación. Bueno, finalmente ha llegado. Seguimos el viaje que entremezcla al Japón Folclórico y la vida cotidiana través de una de las obras más famosas: La cuarta temporada de Natsume Yuujinchou. De una vez me comprometo a no comprometerme sobre cuándo será la reseña de la quinta temporada.

La principal falta de San era la falta de un hilo general, pese a contar con alto nivel individual argumental, no existía la telaraña que enhilará todos los acontecimientos. Está temporada tampoco cuenta con una demarcada estructura, sin embargo, si desemboca en un evento que da globalidad a los acontecimientos previos, dándole la solidez necesaria para ser una etapa, o mejor, el cierre de una etapa.

También podemos considerarla como la tanda serial más ambiciosa, con 4 historias “especiales” (durando más de 1 episodio), 2 capítulos a través de puntos de vista de otros personajes, y las otras 3 son las clásicas historias autoconclusivas. Las principales temáticas son nuevamente el conflicto entre humanos y Youkais y especialmente, la superación del pasado.

Respecto al primero, está claro que más que ser una temática a perse, es una vía para la exploración de sentimientos y conceptos, como el perdón, rencor, armonía o convivencia. Presente desde el comienzo siendo vía de conflicto principal del protagonista, que aprende a tolerar y luego querer, mientras que en los secundarios es misterioso, ajeno y peligroso. A esta última acepción corresponde al asignado desde la anterior temporada a través de quién podemos considerar como el antagonista, Matoba.

De hecho, la temporada comienza con otra escaramuza entre ambos, los 2 primeros episodios son un suceso extendido. Se van definiendo las partes contrarias del conflicto, los pensamientos de ambos personajes que en realidad son muy parecidos, fue durante su crecimiento que cada quien toma un rumbo distinto sobre cómo lidiar con las particularidades. Hay un suceso que los confronta, actitudes reprochables según cada quien acerca del otro, ultimando con la promesa de que se acercarán inevitablemente más problemas.

No es impresionante o trascendental por sí solo, es necesario y vital a largo plazo, a tal punto que es la visión más directa durante toda la temporada de tales roces. No desaparecerán, sólo quedarán en plano secundario frente al otro foco temático, la superación del pasado.

Desde la primera temporada se ha hecho hincapié a como Natsume va madurando gracias a su nuevo entorno, logrando establecer fuertes relaciones con su nueva familia, amigos e inclusive con los Youkais que ha ido conociendo. Son varias las veces donde ratifican este desarrollo comparándole a cómo era en el pasado, no en vano, definí como una de las principales temáticas de la temporada pasada a la maduración del protagonista, siempre ha estado ahí y posiblemente siempre lo estará. Las personas cambian y para entenderlo debemos devolvernos de tanto en tanto a cómo eran antes, no obstante, faltaba ese acontecimiento que marcará como suceso de cierre, para el comienzo, o más bien, plena aceptación de su nueva fase.

Y sucede, pero antes de adentrarnos a ello, hay que admirar la preparación sobre el terreno que realizaron los episodios previos. No es coincidencia cómo los dos infrecuentes episodios narrados a través del punto de vista de terceros están focalizados en esas reflexiones sobre el pasado. El primero utilizando a alguien completamente nuevo, y el otro de una figura que no esperábamos profundizar. E incluso una de las historias autoconclusivas es el pasado desde los seres que lo tienen más distorsionados desde el punto de vista humano, el recuerdo de un Youkai.

El pasado en la obra es nostálgico, de momentos tristes que vistos en la perspectiva arrojan luz sobre el futuro, la confluencia de las narrativas de los secundarios reafirman tal ensoñación. En “Para ti, desde los días pasados” el narrador es alguien a quien probablemente no volvamos a ver, es un inocente contraste de pasado y futuro sobre el particular desde la visión de un tercero, le da solidez al mundo y trasfondo a Natsume. Mientras que en “Cuando fui engañada” se abre un poco la carcasa de una desconocida, nuevos aspectos para la universalidad de extrañas vivencias, la demarcación en el afrontamiento.

La anécdota del Youkai en “El Suplente” cumple de reafirmación sobre las condiciones tan particulares de su naturaleza, un sentido del tiempo distorsionado para los humanos y coherente para ellos, que aun así no deja de brindar cadenas y garras en la conciencia, donde liberarse conlleva esfuerzo y pese a parecer que la eternidad no cambiará, algo dentro de él sí. Ya previamente hemos visto episodios similares, más incluirlo en esta temporada es otro aporte a la base del abordaje.

Finalmente llega el momento cumbre, el final de temporada, siendo el acontecimiento más ambicioso hasta la fecha en cuestión de tiempo y temática, no tanto en complejidad o trascendencia. Un triple episodio alrededor de la misma resolución, donde vuelve a reflexionarse sobre pasado, presente y futuro, las nuevas amistades y los lazos irrompibles.

No faltan las representaciones literales de los temores que atormentaban en el pasado, los flashbacks de recuerdos desagradables, lo sombrío que parecía ser el porvenir, y de todas formas, gracias a quien es ahora, por todos los que le han contribuido, es capaz de no voltear la cabeza y abrazar a aquello. La necesaria reconciliación con su pasado, para encarar valientemente el futuro.

Correspondiendo al ritmo y pasividad que habría de esperarse de la serie, este momento cumbre no es explosivo o vistoso, al contrario, es netamente íntimo. En la cercanía personal donde más brilla con fuerza la evolución, dedicación y esfuerzo en la construcción de su arco. En el choque de recuerdos y esfuerzos. No es necesario explicar lo evidente, basta ver con la bonita escena en cómo se despide de su viejo hogar.

Así termina la temporada, dando por cerrado su dilema personal, seguramente vendrán nuevos vaivenes donde volverá a ser cuestionados por temas pasados, más no será igual, este Natsume ya no tiene miedo a lo que fue, sólo tiene expectativa por lo que será.

Los otros sucesos de la temporada son las demás constantes de la obra, su convivencia con los Youkai y la formalización de la confianza con sus 2 más cercanos amigos. El primero es el tierno episodio de “Los pequeños” con clásica estructura y su reflexión sobre el valor de compartir, los otros corresponden al suceso de la botella y el enfrentamiento sobre la montaña.

El acontecimiento de la botella, con escenas genuinamente graciosas, es el mayor involucramiento de alguien común con el universo folclórico desde la resolución con Taki. Con Tanuma volviéndose más cercano pese a la resistencia del protagonista. Al final lograron hacerle mella la insistencia sumado a los continuos momentos juntos. Natsume aprendiendo a confiar, intentando abordar, como puede, la última barrera de su cotidianidad.

Mientras que en “En el Festival de la División Lunar” debe prestarse al éxito de un suceso folclórico que conlleva a un acercamiento con Natori, su amigo y tutor, donde cada vez toma más consciencia sobre cómo ve a Natsume de aliado y hasta sucesor. Aún falta ese acontecimiento que ratifique completamente la relación, seguramente se explorará profundamente en las próximas temporadas. Destacable como en esta trama constatamos el efecto de los humanos sobre el ambiente, un hecho siempre implícito, aunque normalizado.

En conjunto, es toda una temporada, sólida por donde se vea. Una temática principal que permea casi todos los episodios, y donde no, siguen sosteniéndose por sí mismos. Punto de inflexión para el protagonista, desarrollo del mundo en los trayectos de secundarios y un augurado porvenir. Al contrario de la anterior temporada, su fuerte no está en el nivel individual, sino el grupal, conexión entre todos los puntos para reflejar un hermoso mensaje entrelazado desde diversas prismas.

Nuevamente Brain´s Base es el estudio acreditado, sin embargo, será la última vez que escriba esto, desde la próxima temporada el mando cambiará de mano (se abordará apropiadamente en la siguiente reseña). Oomiro Takahiro continua a cargo de la dirección, ya sólo puede calificarse como máxima refinación de un estilo, el programa ha alcanzado el punto donde puede que no haya una impresionante innovación o experimentación, pero es que no lo necesita, es incombustible el ritmo que ha pulido, el logro de volverlo inseparable de la narrativa.

Cada interacción, escena y secuencia fluye sin inconvenientes, la contraposición de la grandeza del paisaje con las presencias de los personajes, las desmarcadas líneas del pasado difuminándose con el paso del tiempo, pasividad y emotividad junto a riesgo y expectativa. Este nivel sólo puede lograrse después de haber dedicado tanto tiempo a la comprensión de un ritmo y una forma. Referirnos a Natsume es referirnos al mismo Takahiro (mira el resto de su anigrafía, impresiona su versatilidad).

Ya podemos calificar con seguridad a la ambientación de esta obra como de las más representativas del género, mantienen su dedicación en la iluminación “natural” para los paisajes pueblerinos y naturales. Los entornos no son novedosos, sus formas tampoco, más siguen probando nuevos usos en las secciones donde vuelven a reflexionar el pasado, la oscuridad y lucidez de según qué sucesos, la naturaleza cobrando viveza a través de sus representantes.

No es un drástico cambio y posiblemente nunca lo haya, han encontrado el estilo que merecía esta reflexión y entonación. No les hace falta más. Esta misma analogía es aplicable a la banda sonora, a cargo de Makoto Yoshimori, manteniendo los ritmos de las temporadas previas en sus nuevas piezas. La mayor ausencia es Jukki Hanada como guionista, los capítulos importantes estuvieron bajo el cargo de Aya Yoshinaga, quien no tiene grandes nombres en su historial pero considerando que tuvo el mando directo de la recta final podemos considerarle hábil cuanto menos.

Excelente Opening que cumple como otrora confirmación del enfoque de esta temporada, Ima, Kono Toki, contraste a nivel visual entre el Natsume del pasado y el presente, con la presentación de sus nuevos amigos tanto humanos como Youkais, enmarcado en el acto de regresar a casa. Mientras que el Ending Takaramono es una tierna secuencia de pura amistad.

Esta cuarta temporada cumple con lo que alguna vez recuerdo haber escrito acerca de las cuartas temporadas, al contrario de lo común, donde se cree que es la tercera quien marca el punto de antes y después, considero a la cuarta como la voz consonante sobre que le deparará a la obra el futuro. En este caso es el mantenimiento de formas, con la continua dedicación en cerrar viejos puntos, dar por finalizada una etapa para recibir en plena conciencia las que vendrán.

Ya vamos más de la mitad de esta aventura (al menos hasta que anuncien una séptima temporada). He aprendido no sólo de sus mensajes, sino del escribir sobre la misma. De aquí hasta la próxima reseña de este fantástico universo de entrelazadas historias.

7/7


0 Comentarios