RESEÑA FUTARI WA PRETTY CURE SPLASH*STAR

Splash Star es la segunda generación de Precure, el anterior programa fue meramente una secuela, así que está será la primera en ser evaluada a partir de compararla con la original. Adentrándome en las opiniones del fandom me tope con lo esperado, una marcada división entre quienes la consideran superior y otros inferior, los últimos en su mayoría la califican de meramente ser una copia, y no carecen de bases o fundamentos, a primera vista puede ser evidente.

Los diseños de los personajes principales son calcados, cuya mayor diferencia es el peinado, efectivamente, ambas series tuvieron al mismo diseñador, Akira Inagami. A la larga se van notando otros cambios (en el ámbito físico) como los colores, si las previas eran azul/blanco y negro/rosado, esta vez son plata/morado y dorado/rosado. Así mismo las personalidades también son similares: Saki destaca en los deportes como Nagisa (practica softbol), es enérgica, optimista y le encanta comer; Mai es igual de aplicada que Honoka, le gustan las ciencias pero su pasión vive en el dibujo, es reservada, tranquila y gentil. Cada una tiene un acompañante mágico, el hombre para Saki y la mujer para Mai, deben derrotar una fuerza superior cuyos esbirros gritan “UZAINA” (en los primeros capítulos extrañe a ZAKENNA).

Sin embargo, hasta ahí considero la similitud, cualquiera que se base en lo anterior para calificarle de copia no debe haber pasado de los 15 primeros episodios. Desde la raíz existe una diferencia, en la anterior serie, pese a que existía una leyenda sobre las guerreras prometidas, el encuentro entre Nagisa y Honoka seguía siendo una mera casualidad, su amistad se conformaba por el acto de compartir no porque así estuviera dictado. En cambio, Saki y Mai si estaban destinadas a (re)encontrarse para luchar hombro con hombro, no implica que tal relación sea una conveniencia o este forzada, es sólo otra forma de enmarcarla, para irlas individualizando.

Nuevas actitudes van desarrollando y acentuando, Saki tiene una completa confianza en sí misma y sus habilidades, presta atención al entorno y los cambios en las actitudes de los compañeros, se vuelve más responsable y hasta se enamora de un chico. Mai carece de la vocación de liderazgo de Honoka, prefiere aportar con bajo perfil o al menos no ser el eje o centro del protagonismo, es más delicada y serena. Cada una complementa las faltas de la otra, poco a poco van formalizando su relación, encontrando puntos en común y en el sencillo acto de pasar tiempo juntas.

El desarrollo de su relación no es tan emocionante como el de las predecesoras, si bien cuentan con algún que otro momento de discrepancia, ninguno es enteramente único o clave, eso no le quita la trascendencia a su mera existencia, marcaba la pauta de cómo se fueron reconociendo y apoyando mutuamente. Y tampoco es como si llegará a ser explícitamente necesario, mientras lleguen a la comprensión del porqué son quién son y están cómo están, poco interesan los obstáculos entre ellas, importan lo que superan juntas.

Es una relación única, parecida pero diferente, tienen costumbres, detalles, actitudes y bromas internas que sólo pertenecen a ambas. La primera parte está dedicada a formalizar este eje principal, reitero, podrá no ser tan atractivo como el previo, más está lejos de ser intrascendente o irrelevante, válida completamente el título de “Segunda Generación”. Aunque como se puede inferir no hay mucha miga respecto al desarrollo individual o de pareja, el centro temático radica en otra parte (será abordado dentro de unos párrafos).

Si hay un serio retroceso es el mundo construido. No la ubicación o cercanía con el entorno, que nuevamente es sobresaliente, captan y abrazan todas las sensaciones de un pequeño pueblo costero, con sus plazas, rincones y hermosas playas, sino quienes lo pueblan.

La primera parte está dedicada a la formalización del micromundo, presentación de personajes, algunos cuántos episodios donde sean protagónicos para darles profundidad y captar nuestro interés, hechos auténticos y que se dan, más tampoco tienen misma constancia o atractivo, aparte del desarrollo de un par de personajes secundarios, ninguno de los demás tuvo avances que no estuvieran presentes durante su capítulo dedicado, y considerando el vuelco de atención durante la segunda parte, no tienen el tiempo de redimirse o perdurar.

No quita que por si sólo fuesen interesantes, cualquiera de sus interacciones durante la vida cotidiana en el salón de clases o relacionados, es creíble y disfrutable, en cambio, quienes participan en actividades puntales como el Club de Arte de Mai o el equipo de Softball de Saki carecen de caracterización, no pasa de ser esa zona dedicada a tales objetivos.

Se ve compensado con una acogedora atmósfera familiar. Ambas familias no debían ser densamente abordadas, sólo lo necesario para reconocerlas como tales, son exploradas mediante la interacción entre ellos, sus profesiones y actividades grupales, logrando que las reuniones o encuentros sean perfectamente empáticas. Una de las dimensiones más atractivas que comparten es el eje de cada una respecto a la hermandad, (nuevamente) Saki es hermana mayor y Honoka la menor, no son pocos los episodios donde los consejos de una, a partir de su propia perspectiva, le servirán a la otra.

Y claro, como dejar de lado a los acompañantes de esta aventura. Las contrapartes mágicas son Flappy y Choppy, habitantes de unas “fuentes/jardines”, entornos utópicos llenos de naturaleza conformados bajo el dictamen de un elemento. Cada uno tiene personalidades similares a la compañera Precure asignada, la relajada Choppy y el explosivo Flappy, aunque deje blandecer el corazón con tal de ayudarle a su despistada amiga. Exactamente, no son pareja, otra novedad que mantiene en expectativa de hacia dónde se dirigirá tal relación.

Tal como en la serie similar, durante el segundo arco llegan nuevos acompañantes mágicos de comportamientos infantiles, Moop y Fuup, que aseguran los esperados episodios donde las Precure deberán ejercer de niñeras o prestarles la suficiente atención para evitar problemas. Eso sí, son menos molestos de lo que cabría de esperar, se integran orgánicamente en la batalla siendo el previsible Power Up, aunque en ciertos episodios no ocurre (lo que afortunadamente agrega variedad al cómo suceden). Y por último la reina de los jardines, con un papel menor su homóloga, más tampoco es algo de considerable importancia.

El destino unió a Saki y Mai, debajo de un gigantesco árbol concedió que años después volverían a encontrarse y está vez para asumir su deber. Cada una le asignan un elemento (reflejado en los colores) Tierra y Cielo, su objetivo es proteger los “jardines” y restaurar los ultrajados, porque precisamente ese es la meta de los contrarios, la desolación del universo a través de la destrucción de estos enclaves. Evidentemente ello también infiere la movilización para salvaguardar a sus seres queridos, que posteriormente involucraría al otro eje. Uniendo a todos los puntos, es claro el enmarcado temático: La Naturaleza.

La protección del medio ambiente siendo representada con sus elementos más característicos de forma constante en todos los ángulos, es lo que dota de universalidad y cohesión al enfoque. Hasta los poderes de cada una se alinean de cierta forma con los respectivos elementos, como Saki quién utiliza movimientos más de cuerpo a cuerpo y puro poder mientras Mai se desempeña con ataques a media-larga distancia de altas ráfagas de viento, eso sí, aún podría ser sobradamente mejores, considerando la creatividad exhibida para plasmar coherentemente las ideas que conforman a la obra pero seguir siendo incapaces de dotar variedad al enfrentamiento físico, con siendo un lastre.

Así es, nuevamente no hay marcadas diferencias en el cómo es el desarrollo físico de cada pelea, sólo se constituye de golpes cercanos y a distancia alternados, no obstante, durante la fase final toma otro vuelco, siendo peleas más guiadas a la cercanía y potencia. Lástima que sean tan pocas porque demuestra la fiereza y alto nivel de espectáculo que podrían presumir.

Nuevamente tenemos una organización antagonista jerárquica de 3 niveles: El jefe, sus esbirros y los esbirros de los esbirros. Los de bajo nivel son los episódicos con sus variados diseños (todavía admiro su alta diferencia), quienes los dirigen estarán presentes y constantes durante fases concretas y el villano final como eje de la fase de remate. Quienes están en segundo nivel son una notable mejoría a Max Heart más tampoco llegan al encanto de la serie original (desde una perspectiva general) cuánto menos les recordaremos por alguna de sus excentricidades, como Moerumba que reúne todos los prejuicios sobre Latinoamérica (gracias Toei), la torpeza de Dorodoron, los problemas de Saki para pronunciar Shitataare, o Kintoleski, un ser inesperadamente noble.

Hasta se desarrolla una relación entre dos de estos, no pasando de lo anecdótico, pero es un detalle agradable.

Todo lo anterior confiere a la primera parte de la obra, asientan las bases, conocemos el entorno, interacción entre personajes, vislumbra el amparo temático; sólo queda a desarrollar lo principal, el hilo sobre cuál tirar, porque el objetivo podrá ser la recuperación y restauración de las fuentes, pero el trayecto en cómo se llega a este y van cumpliendo los objetivos no forma parte del fortalecimiento de la relación protagónica, sino en la vinculación con el otro eje, el dúo conformado por Kaoru y Michiru.

Al comienzo esta pareja de chicas contrarias puede sólo parecer una repetición narrativa de una vertiente explorada en la serie original, adversarias que formarán algún vínculo con las protagonistas, y en principio recorren ese camino, no obstante, más que ser una repetición de la misma táctica, es una ampliación y perfeccionamiento. Los siguientes 3 párrafos serán una disección con más spoilers, si prefieres ver la serie sin ningún conocimiento previo recomiendo saltarlos (aunque a estas alturas creo que la advertencia sobra).

Sucede lo esperado, la amistad con las Precure va ablandando su corazón, comienzan a dudar inconscientemente del objetivo de su misión, capas y capas de voluntad van cimentándose una a una. Que sea previsible no infiere que carezca de valor, sobre todo cuándo sucede como debería, con un desarrollo pausado donde los cambios se dan a punta de pequeños momentos, formalizan actitudes, consideraciones y comportamientos, enlazándolo no sólo con la amistad sino en los aspectos más cercanos.

Una de estas demostraciones es la relación entre Kaoru y Minori, una sencilla casualidad que fue convirtiéndose en uno de los vínculos más sólidos o el tener objetivos en común asignados en la escuela, hechos pequeños que van validando esa cercanía que fueron construyendo de compañeras. De esta forma, el primer clímax de la serie no viene de ninguna parte, está justificado en razones y vías de comportamiento, durante los próximos episodios pese a no estar físicamente las protagonistas, reflexionan en torno a sus actitudes y acciones, la huella que les impregnaron.

Por ello no pierden relevancia ni importancia una vez regresan, es su esperada venida, logrando que toda la narrativa se termine de consolidar, la protección de la naturaleza con fuerza de la misma naturaleza, una guiada y defendida con la amistad entre dos polos aparentemente incompatibles. Es un aspecto autóctono de Splash Star, el crédito que se merecen y les pertenece. Compensan completamente lo poco memorables o importantes de los demás secundarios, cuando recuerde a estas Precure me acordaré de tan inesperado y cálido cuarteto.

Splash Star podrá parecer más de lo que quisiera a la serie anterior en sus comienzos, conforme avanza se separa e individualiza, el primer arco exhibe fortalezas olvidadas durante la segunda parte, sin embargo, su mejor trayecto es esa última mitad donde presumen tal mejoría, la consolidación de un desarrollo cuidado y emocionante, la convergencia de todos los elementos narrativos y temáticos previamente abordados. Eso sí, la historia no es precisamente más compleja, tiene un giro más tampoco es que como si indicará o significará algo, todo el interés se deposita en la relación consolidada entre las 4. En conjunto, no captará completamente la solidez a la que si llegaba la original, más tampoco queda lejos del mismo nivel, son dignas sucesoras.

La producción es fiel reflejo de lo anterior, el nivel de animación es regular y consistente, sólo que está normalidad no es de la misma espectacularidad previa, lejos quedan de ser calificables como mal montadas, manejadas o torpemente coreografiadas, son vistosas, entretenidas, agradables de ver y prestadas a emocionar, sencillamente si hay que elegir una sobre la otra es inevitable escoger a las primeras, tenían más acción en cada batalla que mejoraba aún más en los enfrentamientos claves que fueron más numerosos. No obstante, si hay que seleccionar cuál tiene la mejor batalla en general, Splash Star gana la medalla.

Previamente ya mencionaba su recta final, una poderosa consecución de grandes enfrentamientos que llegan al epitome durante la última batalla, merece completamente el aura de un clímax, es una de las mejores peleas que he visto del medio en términos de animación y dirección, la he repetido hasta independientemente una vez finalizada, eh para que no digan que los programas para niñas son aburridos.

¿Y los demás aspectos que hacían sólida a la original? Conservados, su diseño de personajes sigue siendo apabullante, eso sí, no sólo repitió la maniobra de calcar las originales, hay un puñado de “yo ya te vi antes” pero ubicados en nuevos contextos, afortunadamente son contados, en el salón de clases siguen siendo distinguibles unos de otros, lo mismo aquellos que veremos meramente en sólo un capítulo o hasta quienes se cruzan de fondo.

Conforme nos acostumbramos al remix en los aspectos de las protagonistas deja de ser una molestia u obstáculo, se aprecian sus mínimas diferencias, mismo concepto/sensación para los acompañantes mágicos (casi podríamos tratarlo de multiverso (que de hecho es así)). El aspecto de los villanos se acerca a los de la primera serie, de los cuáles prefiero Splash Star, sin ninguna razón enteramente importante, sencillamente gusto.

Cambio de director que conserva la misma aura de las previas, Komura Toshiaki, quien ya había participado en ambas series previas como director de algunos episodios y unos cuantos Storyboard. En términos de acción demuestra que si le dan los recursos apropiados es capaz de alcanzar espectáculo puro, cuando no están en medio de alguna batalla se mantiene el eje de encajar a las protagonistas dentro del entorno, grandes encuadres para darle espacio a la próxima batalla, y de no ser el caso, se acerca a los personajes, lo meramente necesario. Es decir, los primeros planos sólo son meramente para puntualizar ciertas acciones, del resto es norma verlo todo desde la suficiente perspectiva.

Variadas expresiones para cada chica, me alegra que conserven esa capacidad para revelar tantos sentimientos a través de los movimientos faciales. En sí, la producción es muy similar a la original, recuperando el toque de emoción perdido en Max Heart, gracias al férreo mando de Kimura, porque la mayoría de los directores de episodio son los mismos de las pasadas entregas, Akifumi Zako, Yasuo Yamayoshi, Takashi Ootsuka o Takao Iwai aunque también hay nuevas nombres como Tatsuya Nagamine. Para que nunca se desprecie el efecto que ejerce un director.

Y que decir de su paleta de colores, en un mismo episodio puede pasar por una amalgama de tonos sin notarlo, sólo cuando se revisa en perspectiva se admira. Azules, naranjas, morados, verdes, una considerable porción del arco iris, y para darle vida a entornos ya atractivos, llenos de detalle que no se pierde, sólo resaltan. Puede echarse de menos la vista de nuevas locaciones, puesto que el lugar es bastante parecido, más no dejan de ser entornos hermosos. Los encargados de estas genialidades son Masato Itou y Aiko Katsumata.

Curiosamente con Pretty Cure tengo entendido que Toei siempre conservo está misma línea de dedicación, ya sea visual o sonora, recuerdo en algún vídeo de Digi neé donde le preguntaban cuáles son las obras más consistentes y respondía que las series infantiles, admirando Pretty Cure voy comprendiendo lo que quiere indicar. Nuevas Seiyuus como viene siendo costumbre Atsuko Enomoto de Mai y Orie Kimoto para Saki. Ninguna queja sobre alguna de ellas o de los demás personajes.

El Opening (MakaseteSplashStar) es el mismo durante toda la serie, durante el segundo arco sólo le agregan unas cuántas tomas sobre los nuevos personajes, el primer Ending (Warau ga Kachi!) son también escenas de aquí y allá con el agregado de reflejar la poderosa amistad de las protagonistas, y quien se lleva el reconocimiento, el segundo Ending (Ganbalancede Dance) pertenece a la selección del máximo refinamiento de la industria, los personajes bailando. Nada más que decir su señoría, sólo gracias.

Splash Star no merece ser llamado copia, es una serie completa de pies a cabeza, que no superará la original en un análisis general, pero en ciertos aspectos sin duda lleva la corona, entiendo quienes la prefieran sobre la anterior precisamente por todo aquello que hace bien, el cuarteto protagónico, sus batallas, la cohesión temática. Es otra historia a partir de los mismos ingredientes, donde la variación está en la cantidad de “pizca” aplicada. He disfrutado las emocionantes aventuras de Saki y Mai, con más ganas de seguir viendo nuevos trazos de este universo, así que por última vez:

¡Seres que dañan las manantiales sagrados! ¡Las acciones malvadas, dejadlas!

6/10



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