RESEÑA MONSTER MUSUME NO IRU NICHIJOU



Me atrevo a afirmar (con seguridad) que cada persona tiene una obra que recuerda con cariño, no tanto por lo que es sino por el significado que tuvo en sus vidas durante algún momento. Usualmente son los programas que acompañan durante la infancia, o aquel que marcó el inicio de una etapa o él que nos recuerda a una persona o lugar. Somos plenamente conscientes de sus errores y aun así (o puede que precisamente por ello) seguimos recordándolo con gusto, tal como a un viejo amigo

En mi caso son múltiples obras a las que les guardo esa especial consideración, sin embargo, este anime está por encima del resto en este apartado. Varias veces me he referido a Monster Musume como uno de mis programas favoritos además de ser mi ejemplo personal de gustos!= Criterio. No es el anime más “importante” ni que más me ha “marcado”, pero, su vínculo conmigo se desarrolló en el momento apropiado, brindándome una compañía que me hizo el bien que justo yo necesitaba en esos instantes.

Sin más introducción, es momento de adentrarnos en el fantástico mundo de las waifus de interespecie:

Cuando tus personajes giran alrededor de diversas especies o razas, ya sea de naturaleza fantástica, alienígena o comúnmente humana, se suele utilizar las temáticas alrededor del racismo como catalizador del resto de las ideas de la obra. Monster Musume no es la excepción.


Así que quiero ser muy claro, ¿Monster Musume no Iru Nichijō es un programa dedicado sólo al Fanservice aprovechando el appeal de las chicas monstruo? Rotundamente sí. Este programa tiene menciones al racismo por tratarse de personajes interespecie, pero en ningún momento se lo toman en serio o lo abordan profundamente, sólo existe para añadir una tensión dramática superficial enmascarando (un poquito) su verdadera intención.

Pero tampoco es cómo si en algún momento pretendiera ser una obra seria, su primer capítulo es un excelente modelo de episodio piloto. Introduce al protagonista, a quién será el otro eje de la historia (Mia) y cuál será su tono. En este último parámetro es donde se define cómo obra, a lo largo del episodio se entremezcla comedia, tonos “serios” y Fanservice sin escrúpulos. Todo relacionado brinda una compacta idea de cómo funcionará y que brindará (el objetivo básico de cualquier piloto), ya depende del gusto del espectador si continuarlo. 


Ya sabemos que su objetivo primordial es el Fanservice, pero está nunca ha sido (ni será) una excusa para construir mal a los personajes. Se puede suponer que su personalidad y caracterización carecen de importancia porque prima sólo el mostrar, pero temporada tras temporada, el Ecchi/harem de turno que no es renovado ha seguido este principio, quedando claro que mostrar nunca será suficiente.

Si hay algo en común de los exponentes de este género es “el diseño va de la mano con la personalidad”. Las simples copias de modelos estereotípicos sólo están condenadas a la masa genérica, es válido escribir con base a un arquetipo más no calcarlo. Monster Musume comprende esto, evita caer en ello y por eso ha logrado una gran fanaticada, cada chica no sólo es distinta, es única.

En la mayoría de ellas está presente el factor de culpabilidad de relación de interespecie -si estará bien estar juntos sin pertenecer a la misma especie-. Es más notable en Mia y Centorea, justamente las chicas con mayor protagonismo. Esto permite dar un poquito de inseguridad y picardía a su relación, es cierto que suele ser algo típico (precisamente por su efectividad) más calza perfectamente con el ambiente y sus intenciones.


Aquí quiero hacer un inciso, la etiqueta de Monster Girl varios la asocian al bestialismo, una comparación que no tiene ni pies ni cabeza. Esta parafilia sólo se toma en consideración cuando el acto sexual es entre un ser humano y animal, las monster girl no son animales, son seres fantásticos que (suelen) tener una apariencia más antropomórfica que fantástica. Han existido en el imaginario popular desde el principio de los tiempos y han ocupado un puesto cómo una de las fantasías humanas más comunes (sirenas, arpías, centauros, elfas, ninfas, larguísimo etc.). Esta defensa no es tanto por Monster Musume, es por el resto de obras que se valen de este tipo de caracterización en sus personajes y que son atacadas de una u otra manera (como la preciosa película Wolf Children).

Volviendo a nuestro caso, cada chica es distinta del resto y se valen un poquito de su condición natural para construir su personalidad. Centorea es noble y cree en el honor por ser un centauro, Miia necesita de “calor” por su sangre fría, Papi es inquita como un ave, Mero cree en la tragedia romántica algo típico de las historias de sirenas, Rachnera es sombría y reservada como las Aracne, Suu no tiene tanta presencia por su falta de personalidad (justo por su especie) y Lala tiene muy poco tiempo cómo para hacernos una idea más acertada de cómo es ella.

Todas buscan una relación con Kimihito (al fin y al cabo, esto es un harem) pero cada una desde un enfoque distinto. Miia lo quiere como esposo, Centorea como amo, Papi más como un hermano, Mero como fantasía, Suu como protector y Arachnea como juguete. Estas variaciones favorecen al juego de roles y permiten que sus interacciones se mantengan frescas.


La presentación de cada chica es la puesta en práctica de estos detalles, son divertidas y revelan su personalidad a través de pequeños detalles. También reutilizan esta táctica a través del MacGuffin de la carta, esto genera dos tangibles consecuencias, por un lado se fuerza al drama a través del plot advice a la vez “avivan” la trama. Es cierto que reprochó la táctica utilizada para forzar el avance (siempre fanático de la narración orgánica), no obstante, brindó variadas y muy entretenidas situaciones que lograron evitar la repetición.

En conjunto, la narración podía haber dado mucho más de sí, tiene el potencial suficiente en sus bases para haberse permitido ser más creativa, y eso que con lo poco que hicieron lograron separarse de la masa trimensualmente genérica. Le considero innovador a la vez que conservador, innovador en el sentido de brindar una personalidad muy clara a sus personajes logrando que no se sintieran como meros calcados de arquetipo, conservador por seguir reutilizando clichés sin ningún tipo de visión, como el irresistible atractivo del protagonista o el nulo interés de las chicas en otros personajes masculinos.

De todas formas pedir tantos cambios casi podría pasar como reconstrucción y lo último que es Monster Musume, es ser una obra con aspiraciones más allá del entretenimiento. Pero repito, esto no implica incapacidad en el resto de apartados, muchísimo menos en la dirección y esta obra vuelve a superar holgadamente la prueba.


Podrá ser un anime Harem/Ecchi pero su comprensión del espacio y de la capacidad visual del espectador para reconocer los elementos en la pantalla supera holgadamente a la mayoría de obras del 2015. La imagen suele mantenerse centralizada, las transiciones conservan el principio del menor esfuerzo visual entre las partes que componen alguna escena y cada uno de sus elementos están ubicados de forma armónica plano tras plano (hay un excelente vídeo de Pause and Select donde lo explica detallamente).

Su manejo del tono está lógicamente presente en el mismo manejo de la cámara, predispuesta a ir a la epicidad y exageración a través de planos generales, picada o concentrados en las reacciones de los personajes, pasando por la cotidianidad del plano medio, fijándose en los gestos, hasta el Fanservice (que lógicamente) se esfuerza en capturar lo “excitante” de las situaciones, haciendo énfasis en las diferencias, especialmente, de tamaños.


Desde el material original el diseño es atractivo por su inteligente mezcla de los seres mitológicos con detalles modernos, como la ropa de las chicas. El anime toma esto y lo mejora a través de trazos más suaves y mejor definidos, aparte de la ventaja de estar animados. No sólo la creatividad se detiene alrededor de las chicas, de hecho, todo su mundo tiene trazos de genialidad: Los delincuentes de otras especies, los nuevos grupos musicales IDOL, el resto de familias tratando de sobrellevar de la mejor forma el choque cultural, hasta inescrupulosos humanos que buscan aprovecharse de la situación.


Y hablando de diseño en bruto, las chicas principales de Monster Musume logran tener una identidad única. Si bien ya han existido obras de este tipo (Monster Girl), han sido ellas quienes han acaparado la atención de los posteriores programas. Esto se debe a la coherencia de sus medidas, porque aunque no lo parezca, detrás de los grandes pechos se debe seguir conservando normas de anatomía básica o sino iremos al valle de lo inquietante (Valkirya Mermaid). Centorea, Mia y Arachnea son las más voluptuosas y aun así ninguna de ellas se percibe como fuera de lugar, todas son coherentes y, más importante, creíbles.


La animación no tiene bajonazos que afecten el disfrute del programa, todos los capítulos se mantienen fluidos y agradables a la vista (también es gracias a la dirección). Uno de los detalles más destacable es la comprensión acerca del peso y la física, no sólo es rebotar pechos (que está muy bien) son las potentes cabalgatas de Centorea, la batalla tipo Godzilla de Suu, el rápido y ágil vuelo de Suu, la imponente cola de Mia o el grácil nado de Mero. Son movimientos que gracias al esfuerzo invertido logran ser justo lo que deberían, naturales y potentes.


La música es típica de este género, no muy destacable sin llegar a ser inexistente. Acompaña bien a la imagen y aporta a la armonía de la escena, sólo es una mera compañía sonora (en el mayor sentido). El opening “Saikōsoku Fall in Love” es muy pegajoso, genialmente planificado y una de las mejores partes de la obra, su ending “Hey! Smith!!” contrasta bastante en estilo y visual, y de todas formas aporta al mundo, gana su lugar por lo distinto. Así ambos logran ser memorables.

No es una comedia/harem atípico pero tampoco pertenece al mediocre conformismo. Es la obra más consciente y que disfruta de sus limitaciones que yo he visto. Sabe perfectamente que es lo que quiere conseguir, no escatima en recursos en lograrlo y no se pasa más allá de este límite, es como la saga de Misión Imposible (guardando las distancias), una franquicia que sigue tallada en los tópicos del género, pero disfruta estando en ello y se esfuerza en capturar su espectacularidad y hacerlos propios.

Para muchos será sólo un programa más y tienen razón, no tiene méritos existenciales más allá de su objetivo principal, no obstante, despreciar todo el esfuerzo invertido en lograr esa meta es algo cuánto menos grosero y pretencioso. Toda creación conlleva un esfuerzo y son pocas quienes lo invierten de forma correcta, aun menos las reconocidas, y casi nulas las trascendentales, sin embargo, también hay espacio para las obras que disfrutaron lo que hacían (por simple que fuera su objetivo) y si además lo han logrado ¿Por qué habría de reprocharle?

¿Algo más que pedir? Si, una segunda temporada.

MN: 6/7

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