Antes de comenzar con la revisión por temporada de otra saga,
continúa el viaje por el Japón folclórico. No obstante, antes de junio empezaré
la “reseñalización” de una de las franquicias más importantes del Magical Girl.
La primera temporada de Natsume
es una sólida introducción, presenta a los personajes, construye las interacciones más
básicas entre ellos, formaliza el contexto y cimienta la estructura serial que
hasta se encarga de irse innovando a través del cambio en los pequeños
detalles. Una fuerte base para el desarrollo del resto de temporadas.
Con la llegada del invierno termina la anterior temporada y de tal forma comienza la segunda, aunque personalmente me imaginaba que estaría presente en todo la temporada en vez de sólo ocupar tres episodios. Pero podría ser válido afirmar que el invierno si se extiende a toda la temporada, sólo cuando me refiero a un invierno narrativo, una estación dura y fría que prueba a Natsume.
Natsume está empezando a aprender a convivir con los Youkais
gracias a la experiencia de sus diversos choques, sobre la existencia de seres
netamente malignos o benignos, indiferentes e interesados, poderosos y débiles.
Un reconocimiento de una amplia amalgama que empezaba a sugerir la duda, sobre
cuál apoya o defiende particularmente, porque si bien fue marginado durante su
infancia por los Youkais, últimamente aprecia su compañía.
La nueva temporada continúa con
la estructura serial y con el método para hacerla dinámica. Utilizar constantemente
cambios que la vuelvan amena e interesante episodio tras episodio, así contamos
con la crianza del dragón más tierno de la historia (por al menos durante su
infancia), una pintura que absorbe vitalidad, una reunión de Youkais o viajes a
posadas, también hay situaciones enfocadas a introducir a un personaje (como la
presentación de Taki) o directamente involucrados con la trama principal (los
últimos episodios).
La “trama principal” es la mencionada duda e invierno narrativo,
la cuestión ¿De cuál bando está Natsume? Para reconocer este abordaje temático
se necesita analizar el avance de los otros epicentros narrativos.
En la pasada reseña utilice al capítulo final como el mejor ejemplo de cuál debería ser el rumbo que habría de enfocarse la obra. Un compendio de empáticos personajes que lograrían la creación de situaciones orgánicas a través de la mutua interacción. Y afortunadamente, este es el caso de la segunda temporada.
No sólo las temáticas y premisas son variadas, el desarrollo de los personajes involucrados es igual de destacable. Las diversas relaciones personales de Natsume avanzan por la convivencia o porque son puestas a prueba, los mejores ejemplos están en su relación cada vez más cercana y paternal con Natori, o la camadería con sus dos mejores amigos durante el viaje de las aguas termales.
Hasta las actitudes que pueden parecer insignificantes tienen
trascendencia, porque en su simplicidad radica la existencia de una
evolución de Natsume con respecto a la anterior temporada, como pedir
ayuda a sus compañeros para buscar el nombre de un Youkai en medio de un tupido
bosque. De todas formas, queda bastante recorrido en el camino de lograr
auténtica confianza con sus amigos, notable en los múltiples dilemas sobre si
contar que está pasando por el miedo de involucrarlos o las traiciones de sus
esperanzas.
Los personajes secundarios también cuentan con un notable desarrollo individual aunque más reducido, lo percatamos en la actitud más amable de Natori, Nyanko tomando con más orgullo su papel de guardaespaldas o conocer parte del pasado de Shigeru. Eso sí, quisiera haber visto más interacción con Jun o Kaname (aunque seguramente ya llegarán sus momentos).
La introducción de Taki es la mejor del programa, siendo la principal involucrada de un choque entre humanos y youkais. La trama dividida en dos partes (enfoque inédito hasta ese momento), la conocemos y rápidamente se vuelve agradable e importante para Natsume, el espectador y la misma narrativa, participando en varias ocasiones durante el resto de la temporada. Junto al muy destacable y agradable descubrimiento de su personalidad detrás de la fachada que podíamos prematuramente calificar como cliché.
Si bien no alcanza un episodio conjunto al nivel del final de la
primera temporada, si hay aparición de dos o más personajes secundarios, hecho
que da veracidad al mundo con sólo valerse de unas cuantas interacciones que
atestigüen su presencia. Porque así deben funcionar este tipo de entornos, tener consciencia de
la vida cotidiana de cada quien y cómo de vez en cuando se afectan entre sí.
Los episodios individuales tampoco son menores en ningún apartado. Cuentan con la misma consistencia en temática y desarrollo, enseñándole a Natsume como los humanos y Youkais suelen equivocarse motivados por los mismos sentimientos: odio, rencor, olvido o ira. Estas historias individuales son las que guiarán con mayor fuerza su propia cruzada sobre a cuál bando debería “apoyar”.
También avanza la temática tangente de la familia, desde la cada
vez más cercana relación con Touko, ayudándola en las tareas del hogar o
probando sus recetas, y la escucha de unas cuántas anécdotas del pasado de
Shigeru. El punto culminante es el episodio de “Casa Provisional” en el cuál es
ratificado el inmenso agradecimiento a su familia y como debe mantener una
actitud cerrada por el miedo de perderla.
En la reseña anterior me refería a que era muy pronto para escribir sobre una desconstrucción/reconstrucción del personaje de Reiko, en esta temporada ya cuento con las temáticas (e indicios) suficientes para denominarlo como una reconstrucción. Se puntualizan como varias cosas que se tenían ciertas no corresponden a la indiferente impresión inicial, cómo detrás de sus diversas actitudes se esconde una preocupación por el otro y Natsume empieza a sospechar que su lejanía y aparente desprecio por los demás humanos es debido a la a veces cruel actitud de cada bando hacia el otro.
Esta deducción es la que intervendría gran parte de su respuesta
sobre el ¿De qué bando estás? La pregunta estaba diagonalmente presente desde
la introducción de Natori en la primera temporada, tomando protagonismo después
del capítulo “Reunión de hechiceros” donde la ilusión sobre conocer a otros que
tuvieran la misma capacidad que él y por lo tanto comprendiesen o empatizarán
con su situación, es reemplazada con el conocimiento de una sociedad elitista
que explota a los Youkais, hiriendo sus esperanzas.
Durante el último arco toma la decisión de no pertenecer a ningún bando y apoyar al que lo necesite, una respuesta coherente a todo el tratado y abordaje de personaje del que hemos sido testigos a lo largo de la temporada, en el que participan sus interacciones con los demás personajes y las propias situaciones individuales a las que se ha enfrentado. Arriesgándome a vaticinar, diría que la próxima temporada será sobre el mantenimiento de esa posición que ha asumido.
El director es Oomori Takahiro, el mismo de la anterior temporada,
hecho totalmente notable. Mantiene las formas del programa, bueno, las va
puliendo. El epicentro del montaje sigue siendo la presencia constante del
plano estático que se ve potenciado por el uso de ángulos que construyen una
ambientación “mágica”, y en esta ocasión hay una mejor
comprensión del cambio de pasividad a la acción.
La transición del montaje de placidez y contemplación, sobre todo en los momentos de observación y flashbacks, hacia la rapidez y reacción conserva coherencia y no afecta al espectador, una transformación gradual de planos más rápidos que sirven al propósito de la escena. Teniendo como punto fuerte al destacable manejo de las persecuciones.
También hay cambios en cómo es utilizada la atmósfera según cual sea el Youkai protagonista, por ejemplo, si se refieren a entes estrictamente malignos, el contexto lo apoya a través de planos más pausados y concentrados que lo normal, mejor representado en las secciones de los sueños o ciertos recuerdos.
El modelo de los Youkais es variado y creativo, cada capítulo es
un despliegue de imaginación (cabe aclarar que desconozco hasta cuál punto es
mérito de la autora y del diseñador de personajes, me les referiré como si
fueran el mismo personaje). Ciertamente, fortalecen la noción
de observar al Japón ancestral y natural a través de los fantásticos e
imaginativos seres habitantes de los bosques.
El invierno sólo ocupa unos cuántos episodios y en esos están mis trabajos artísticos favoritos respecto a los fondos del programa, siempre me ha resultado encantador observar lugares comunes cubiertos bajo la capa de otra estación. Esto no indica que en el resto de episodios se carezca de dedicación, hay preciosos atardeceres en grandes planicies, uso de paleta más blancas y oscuras cuando son requeridas, regios lagos, típicas posadas y oníricas decoraciones.
La animación en las secuencias con más acción siguen cumpliendo,
son acciones trabajadas y aplicadas en el instante justo, favoreciendo a la
conclusión de la respectiva escena (como en el último arco). En las demás
escenas tampoco resulta notable o molesto una falta de movimiento, constantemente el
contexto reafirma la viveza.
Tanto el Opening como Ending son superiores a las respectivas de la anterior temporada. “Ano hi Time Machine” es una agradable tonadilla con una excelente aplicación visual de comparación de lugares con y sin Youkais, en cambio “Aishiteru” es la representación del viaje de Natsume y de cómo va acompañado, tiene un tono más tranquilo, cercano a la constancia de la tonalidad del resto de pistas de la OST.
Zoku es una excelente temporada, cumple a rajatabla como
continuación y ser válida por sí misma, avanza en cada temática implantada
durante la introducción, desarrolla correctamente a sus personajes, evita estancarse en la estructura serial y tiene una cohesión propia para
considerarla como una sólida sección del programa en general.
Pasará un tiempo antes del reencuentro con esta encantadora
historia, y por el momento el viaje ha sido completamente ameno.
7/7
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