Hace 5 meses publiqué la reseña de la anterior temporada, no
esperaba que la siguiente demorará tanto tiempo, pero considerando que la
respectiva de la primera temporada fue publicada en enero, podríamos referirnos
a una espera entre 4-5 meses entre reseña a reseña. Así que para quienes sigan
esta serialización estén atentos en diciembre o nuevamente enero.
Zoku es una temporada redonda, tiene una marcada identidad
visual, desarrolla las tramas planteadas y cumple su objetivo como fase
cerrando, a la vez que planteando las bases de futuros conflictos. Si bien las
temporadas de Natsume son menos marcadas como tales a comparación de similares
programas seriales, siguen siendo notables las diferencias entre unas y otras;
mientras que a Zoku se le puede calificar como fase, San es una transición.
Los cuatro primeros episodios de Natsume Yuuchinjou San son
acerca de la figura de Reiko, el conflicto entre humanos y Youkais, y de que
tanto ha madurado Natsume, siendo los 3 tópicos principales de la obra. Aunque
esta distribución no se mantenga equitativa, sí es extrapolable a toda la
temporada, ningún tema por encima del otro sino todos desarrollándose a la par,
y de ahí mi denominación en calificarle como una transición.
Porque si bien Zoku también avanzaba en estas temáticas, las
englobaba en la prueba a Natsume sobre cuál “bando” escogería, cuya resolución
se mantuvo en la neutralidad y el considerar cada caso de forma individual,
actuando acorde a lo que considerará correcto. Una actitud profundizada en San,
tal como las otras, sencillamente no cuenta con ese enfoque que lo enmarque
todo.
Lo anterior no implica falta de calidad en cada línea
argumental, de hecho, tiene a los que considero los 2 mejores episodios hasta
el momento. “Días de Juventud” y “El Libro de Juegos de Natsume”, el cuarto y
último episodio (respectivamente), ambos enfocados en la madurez de Natsume, el
cuarto a través del conflicto entre humanos y Youkais, mientras que “El Libro
de Juegos de Natsume” explora los efectos de la resolución de Zoku.
“Días de Juventud” es un importante episodio para la obra,
no sólo por la importancia en la respectiva sección temática, es el primero en
cambiar completamente el enfoque narrativo de un capítulo. Empieza con Natsume
y se vuelca en un secundario que será el POV principal, dotándole a los
recuerdos, hechos, reflexiones y mensaje otro sentido de interpretación. Un
pequeño cambio que brinda un sentido interés en ver estructuras similares para
las próximas temporadas.
“El Libro de Juegos de Natsume” es un final de temporada
ideal, con visuales y comportamientos que demuestran las consecuencias de la
resolución de Natsume, ósea, los cambios en su personalidad, para concluir con
el respectivo monólogo sobre cómo ha aceptado tener una relación con los
Youkais. Ahora son sus respectivos amigos y compañeros, tal como los amigos de
la escuela, a los que defenderá, apoyará y, sobre todo, confiará. Este es el
gran avance narrativo de San, un importante punto de inflexión que pesará en
las próximas temporadas.
El resto de episodios también son muy destacables por sus
diversos aportes a la narrativa de la historia, “Esa Bruja no es Humana”
presenta al personaje más cercano de ser calificado como el villano de la
historia: Matoba; el jefe de una familia de exorcistas, aunque debido a que su
participación es tipo introducción tiene una menor importancia. Seguramente
escribiré sobre él a profundidad en alguna reseña de las próximas temporadas.
El suceso del espejo y la recuperación de Madara le ratifica
la importancia del valor de la confianza hacia sus amigos. El doceavo episodio
es un tierno recordatorio de la importancia que cuenta la casa donde se hospeda
y ¡hasta pudimos ver al Zorro de la primera temporada! No miento, desde su
última aparición le había estado esperando.
Por lo tanto, a nivel individual sin duda ha sido una
excelente temporada, el promedio general de calidad es alto, episodios de
introducción, desarrollo, experimentación y bastantes escenas que posiblemente
no olvidaré. Es en la perspectiva general donde no puedo concebirlo como una
temporada porque falta aquello que una los puntos, nuevamente, es una
transición.
La evolución de Natsume es lenta y creíble, justo lo que
debería representar un arco de personaje, y no sólo él cambia. El reencuentro
con el zorro sirve para recordarnos como los demás personajes del elenco
también están cambiando, especialmente para Tanuma y Natori, cuyas relaciones
con Natsume son cada vez más cercanas. Los Youkais también están estrechando
los lazos, todo representado en el treceavo episodio que mejora lo visto en el
final de la primera temporada.
Y no solamente están cambiando respecto a la relación con
Natsume, a través de pequeñas secciones se va profundizando en sus contextos y
aspiraciones, como la casual conversación con Taki desvelando algunos planes
acerca del futuro, preguntas que ya rondan por el salón de Natsume y que
también resuenan en Tanuma, o las reflexiones de Natori sobre cuál deberán ser
los próximos pasos respecto a su trabajo o a su papel como “tutor”.
Por lo tanto, en las próximas temporadas tendremos la
inminente llegada del futuro en forma del augurado cambio de curso. Utilizar de
prisma a los próximos eventos para examinar los anteriores servirá a los
objetivos temáticos de la misma, sumado a la aún incomprensible figura de Keiko
o el posible conflicto entre los exorcistas. En conjunto, unas sólidas bases
que permitirán un gran desarrollo, sólo necesitan una correcta ejecución.
Brain´s Base continúa siendo el estudio responsable de la
adaptación, conservando a Takahiro Omori como director, cambian los directores
de episodio, ahora son Hideya Takahashi y Akitsugu Hisagi (en vez de Isamu
Imakake y Hideaki Nakano), y el guionista es el multitarea Jukki Hanada
reemplazando a Noboru Takagi.
La dirección de Omori continua en el mismo sentido de las
anteriores temporadas, priorizando al entorno sobre el personaje, siendo más
comunes los planos amplios donde el paisaje ocupe gran parte del cuadro. Así
mismo, al centrarse en un personaje, lo ubica en cercanía hacia el otro, para
que se denote el tipo de conexión y relación entre ambos. En las escenas de
movimiento que mayormente son el paso de un personaje hacia otro escenario,
utiliza transiciones tranquilas de planos cortos donde intercala entre los personajes
y el lugar, un ritmo que beneficia al tono pasivo de la historia.
La animación tiene una notable mejoría en la variedad y
fluidez de las expresiones de los personajes, reacciones variadas que brindan
dinamismo, acciones simples bien enmarcadas que son justo las necesarias en las
escenas mayormente estáticas. Por supuesto que sigue conservando la energía y
emoción en sus momentos de mayor acción, como las persecuciones o
enfrentamientos entre Youkais, los daños a los alrededores, adversidades climáticas,
etc.
Uno de los mejores aspectos artísticos sigue igual de
intachable, el detallado y variedad de sus fondos, los entornos comunes y
cotidianos con variedad de pequeños objetos que brindan un sentido de
“realismo”, así mismo los atardeceres, lluvias o cielos despejados siguen
contando con ese mágico encanto, con una variedad de colores que envuelve a
cada escena. Destacable uso de la iluminación en según qué historias y qué
formas, como los recuerdos más difusos, las noches para ciertos espectros nocturnos,
o la basta cantidad de focos, emblema de ciudades.
La OST sigue siendo en su mayoría sonidos típicos del
entendido Japón Folclórico, con cuerdas y pequeños sonidos de viento en las
piezas más tranquilas, mientras que en las piezas de tensión predomina los
instrumentos de percusión. Si uniéramos todas las anteriores temporadas, hay
una sólida composición sonora, toda de la autoría del compositor Makoto
Yoshimori.
El Opening es “Boku ni Dekiru Koto” y el ending “Kimi noKakera”. “Boku ni Dekiru Koto” es un típico Opening que entremezcla recuerdos
con los personajes principales, que finaliza en una divertida toma. “Kimi no
Kakera” también cumple con lo que cabría de esperarse para un ending, siendo
una tierna secuencia, con estilo artístico similar al del ending de Zoku. Ambos
me gustan pero no superan a sus respectivos antecesores.
San es un pequeño alto en el camino, una pausa de reflexión
acerca del que tanto ha cambiado, de admirar, prever y prepararse para los
próximos eventos, no está falto de emoción ni de autovalidación, es lo que es,
una breve pausa. Tal como la última vez, pasará un tiempo antes del reencuentro
con esta historia, en perspectiva general me ha sido sólida, de desarrollo
pausado aunque conciso, esperando el momento que le dará un sentido global a
todo lo que está contando, un evento posiblemente más cercano que lejano.
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