Hace poco más de un año publiqué la reseña de la primera temporada de Fairy Tail, actualmente es mi quinto artículo más visitado, ni siquiera tengo que excusarme, ya había dejado constancia sobre la existencia de futuras reseñas para la segunda y tercera temporada, de tal forma que una vez finalizado se convertiría en mi primer Shonen “largo” completamente reseñado (y por el momento único, no tengo pensado al sucesor).
La anterior temporada tiene 175 episodios, la segunda 102,
ósea que la continuación dura un 58% de la previa. En esta reseña no profundizaré en las formas y contextos
implícitos de la obra, me refiero al mundo con sus dinámicas y mecánicas de
interacción, credibilidad o extravagancias, aspecto sonoro o las relaciones
visuales-narrativas, puesto que ya fueron lo suficientemente conceptualizadas
en mi anterior reseña, no implica la no mención, si lo haré, pero en su
respectivo momento para aclarar su mejora (o lo contrario).
Esto debido a la facilidad que me brinda la segunda
temporada respecto a estructura, si la anterior contaba con tantos arcos a
duras penas calificables como tales, la presente sólo tiene 4: Eclipse, la
Rebelión de los Espíritus Celestiales, Tártaros y Zero. Mantengo mi actitud de
No Spoilers, abordaré la temporada a través del desempeño individual de cada
arco y el impacto que tienen en la historia, y así, al final, la conclusión de
todo lo acontecido. No siendo más, es hora de adentrarnos en la que para muchos fue la confirmación de Fairy como buen Shonen,
puesto que entre los mencionados arcos hay un usual en las listas de “los
mejores de la historia”.
La anterior temporada finalizaba con el que califique como un indignante chifflanger, finalizar en medio de los juegos mágicos. Esta reanudación retoma a partir de ese punto, no obstante, no mencione ningún arco llamado “final de los juegos mágicos”, debido a que el campeonato desembocó en Eclipse. No fue precisamente abrupto, de hecho, desde el comienzo de los Juegos se dejaba muy en claro cómo estos sólo eran antesala hacia algo más, aunque no creo que ninguno se hubiera imaginado el transcurso de los hechos tal como ocurrió.
Lamentablemente no en sentido de halago, al contrario, todo
sucedió de tal forma que poco sentido se vislumbra examinado en retrospectiva. Los Juegos Mágicos reunían varias
características que debían volverlo un punto clave, a nivel narrativo
servirían como regreso de Fairy Tail por todo lo alto, presentar personajes que
serían importantes en los próximos acontecimientos, una demostración sobre la
madurez de los protagonistas, mientras que referente al valor de la obra
respecto a sus similares del género, debía distinguirla, una exhibición sobre
un poderío aún no mostrado de espectacularidad visual para batallas altamente
anticipadas.
Lo primero ocurre a
medias y es inexistente lo segundo. Los Juegos Mágicos cumplen de una
“segunda introducción” acerca del nuevo mundo, más queda debiendo, queda
debiendo el mero hecho de creerse un arco Torneo. En un género donde son
utilizados como constante, por las facilidades implícitas de su estructura y
las funcionalidades que acarrean (algún día escribiré sobre ello), este pasa
sin nada de gloria y si bastante pena. La madurez de algunos personajes fue
anulada sin propósito, sin reivindicación a la vista, en los demás sólo era
confirmación de cosas que ya sabíamos, y para el protagonista sólo fue otra
exhibición de su poder.
¿Y las batallas? Al fin y al cabo torneo significan golpes, poco importa qué pase mientras sea un cómo pasa. Claro, como si un programa que en casi 200 episodios no ha dado muestras de dar batallas creativas sea capaz de estar casi repentinamente a un nivel memorable. Pocas veces he visto batallas tan esperadas con una ejecución desbordadamente somnífera.
El sistema de
golpe/reacción ha tocado techo, cada enfrentamiento se siente y ve igual,
no importa que poderes estén involucrados, pasa lo mismo ronda tras ronda, es una
capacitación para que reconozcamos que la emoción no se verá recompensada. El
punto más alto es el comienzo de la triple batalla entre Erza, Kagura y
Minerva. Son sólo unos minutos, que siguen siendo lo mejor hasta la fecha, nivel
que ni siquiera mantuvo hasta un cuarto del combate.
Eso en la superficie, en el contenido faltaba toda la
información alrededor de las alarmantes profecías, el misterio que se cernía
sobre el deportivo escenario que parecía avisar de una catastrófica amenaza.
Efectivamente tiene sustentación, las justificaciones sobre cómo aquello no fue
sólo promoción barata, más casi terminan en el mismo lugar.
Intrascendente nuevo personaje, previsible reaparición de viejos conocidos y un patético villano de complicado plan que logró ejecutarse a punta de casualidades, nada novedoso sobre el horizonte. El mayor aporte del desarrollo es brindar las pistas que faltaban para el virar de próximos arcos, del resto tenemos el mismo comportamiento en los protagónicos, no hay una evolución considerable de ninguno, ni siquiera hay algún giro pasable. Reconocidas las posibilidades sobre qué puede llegar a pasar, podemos dedicarnos a ir vaticinando los acontecimientos, ánimo, seguramente acertarás la mitad.
Temáticamente está vinculado a las decisiones, cómo sus
consecuencias pueden cambiar el futuro, más ningún personaje principal acarrea
estas implicaciones, solamente un secundario asume esta posición, cuyo efecto
sólo queda evidente en una única escena posterior. Y así concluyen los Juegos Mágicos
y la noche del Eclipse, con un entorno ciertamente cambiado en algún que otro
aspecto (sobre todo los que acabamos de conocer) sin haber sido el despliegue de emociones que debería esperarse de en
un torneo.
Si Fairy Tail emitiera otra temporada enteramente conformada
de capítulos sin columna narrativa, estaría más que contento de vérmelo, porque
los episodios entre arco y arco me
siguen pareciendo sobradamente mejores. Exploran y formalizan la sensación
de gremio al darle protagonismo a todas esas historias secundarias, relaciones
tras bambalinas, pequeñas anécdotas. Pueden hacer algo tierno, divertido o
tirar de Fanservice pesado sin que se interrumpa el ritmo general, un
desperdicio que sean tan pocos.
El segundo arco es “La Rebelión de los Espíritus Celestiales”, evidentemente la protagonista es Lucy, el abordaje será sobre la conexión entre ella y sus espíritus. Pese a que son varias las veces donde explican porqué razón está ocurriendo es una mera excusa, sólo un intento de afirmar que el anterior arco tuvo algún efecto.
El desarrollo es rígido, sólo funcional para quemar tiempo, una búsqueda dividida que
conlleva a un enfrentamiento que va hacia otra división de batallas uno a uno.
Siendo imposible tomarse medianamente en serio a los contrarios porque son sólo
otra versión de los espíritus de toda la vida con diseños más absurdos y otros
algo ásperos (aunque esto si tiene que ver con la perspectiva de cada quien
(sinceramente sólo me gustaron Aries, Virgo, Sagitario y Ofiuco)).
Las batallas intentan ser creativas más las ejecuciones
pasan como similares, ninguna es
auténticamente innovadora o rompedora, quedando como una serie de ideas
medianamente diversificadas. Previsiblemente conlleva al enfrentamiento final
de “mientras más mejor, algo le estaremos haciendo”.
La guinda del pastel es la consecuencia, y como prometí nada de spoilers me abstengo a mencionarla, sólo me queda decir: Debería haberme esperado algo de ese nivel en una obra no ajena a estas vagas resoluciones, más no pude evitar sorprenderme, excedieron mis expectativas, impresionante como toda una nada puede conducir a más nada.
Ahora sí, a lo que hemos venido, el arco de Tártaros.
Unánimemente declarado el mejor arco de la obra, cuya mayor competencia
usualmente es el de los Juegos Mágicos, personalmente prefiero al arco de la
Torre del Cielo o Phantom Lord, aunque ninguno destaca dentro del género, no
obstante, de una vez lo dejo claro: Si, coincido, Tártaros es el mejor arco de Fairy Tail. ¿Merece estar entre los
mejores de la historia? No, en absoluto.
Se nota que Mashima tenía plena consciencia sobre esto,
dedico un considerable esfuerzo para lograr que fuera lo más memorable posible.
Hasta lo estructuró con prólogo (incluso cambia la paletas de colores). La
existencia de Tártaros ha sido mencionada desde hace varias sagas, sólo como
rumores y pequeñas menciones, algo contraproducente para toda la emoción y
expectativa que se esfuerzan por construir a prisas durante la mencionada
introducción, bien puede defenderse con “para eso está el prólogo” pero tal
como el nombre infiere, no hay espacio entre este y el desarrollo principal.
Anticipamiento desperdiciado.
Y de una vez declaremos a este como el adjetivo perfecto para Tártaros, “desperdiciado”. El arco arranca a tope, ataque en una escala no antes vista sobre las organizaciones que sostienen a la sociedad mágica, primera muerte de un secundario del cuál reconocíamos su rostro, devastadora derrota de figuras reconocibles, si, parecía acercarse la mayor amenaza de la historia del gremio, hasta que no puede mantener esa expectativa y decae el ritmo.
Eso sí, no le echaré tanta culpa, varios de mis arcos
preferidos también comienzan a tope, se ralentizan y luego vuelven a escalar, la
única diferencia es que Tártaros nunca vuelve a superar, siquiera igualar, la
sensación de angustia de cómo comenzó. Por primera vez en toda la serie parecía
que los miembros de verdad están en auténtico peligro, más no pasan ser
apariencias, una vez se desarrollan las batallas sabemos que seguirá
manteniendo el Status quo.
Aun así, seguimos agregando excepciones. Varios de los
protagonistas no luchan en las cómodas condiciones de arcos previos, tienen
cierta relación especial con el enemigo, ya sea por familiaridad o debido a que
cayeron en alguna trampa, debiendo superarse en cuestiones de voluntad para alcanzar
a la victoria. Por supuesto, hay casos de casos.
El enfrentamiento, en general, logra amortiguar la poca dedicación de la “preparación” a través de una batalla a contrarreloj, que podrá venir con sus cáscaras pero mantiene el objetivo principal, expectativa. Saber si los magos serán capaces de superar, a tiempo, los inconvenientes que acarrean, superponerse a la imponente amenaza que representan sus contrarios, salvar el día una vez más. Aunque siempre tenemos consciente que lo harán y nadie importante saldrá herido, pero bueno, ilusionarse es gratis.
Los villanos tenían bastante
potencial, debido a la amenaza que representaban por las condiciones de su naturaleza,
demostrada fuerza al derrotar fácilmente a poderosas figuras, aparente
invulnerabilidad y posibilidad de evolucionar, hasta con una leve justificación
del guión. Sus razonamientos son simples, más ayudan a darle interés al
auténtico logro de la obra, Zeref, quién sigue siendo una figura enigmática.
Igual sospecho que ya sabes a donde se dirige esto, así es, nuevamente son
desperdiciados.
Pese a que los miembros de Tártaros parecían ser el esperado
grupo antagónico capaz de ver como iguales a Fairy Tail, que inclusive tienen
hasta diseños de personaje decentes, sólo uno de los miembros termina siendo
memorable. De los demás, una vez son derrotados, podemos eliminarlos de nuestra
memoria, falta no nos harán, cumplieron
su función de ser alguna antesala a algo pretendidamente mejor.
Entonces, si no es el ritmo, ni los villanos, ¿Qué es tan especial de Tártaros? No es lo que pasa, tampoco el cómo pasa, sino lo que implica. Puede parecer contradictorio que no de importancia al qué, porque en últimas si las consecuencias importan es porque se supone que los hechos importaron. Y es verdad, por eso la aclaración respecto al cómo.
A lo que voy es cómo varias de las mayores interrogantes,
mencionadas desde el principio del programa, finalmente han sido respondidas,
más no de la mejor manera, al contrario, fueron
tan abruptas y poco inspiradas que desperdicia la enorme expectativa acarreada,
la estructura no supo darle un correcto aprovechamiento a tantas emociones,
promesas y esperanzas. Algunas salieron mejor paradas que otras (Gray, Erza o
Wendy), en cambio los bombazos si no pudieron redimirse, especialmente el de
Natsu.
Reconocimiento a los pequeños momentos de gloria de los
otros magos del gremio, sirve a que no fuera un arco tan centralizado como los
anteriores, logran que la desilusión por lo principal sea más soportable. Por
lo tanto, los mejores momentos fueran esas validaciones
de algunos protagónicos, que si bien tampoco fueron radicales o
trascendentales, cumplieron con mantener la atención a ese ensalzamiento
narrativo: Gray finalmente superando las cadenas de su pasado, Wendy confirmando
el valor que ha adquirido o Erza reafirmando su condición como la más poderosa
maga por la fuerza de su voluntad.
No obstante, los demás momentos tampoco hay que descartarlos, el valor como he mencionado, está en lo que implican. En Tártaros pasan muchas cosas en “poco” tiempo, de hecho, desde la desaparición en la Isla Tenrou ningún arco ha tenido consecuencias, inclusive, a nivel general, ningún arco ha cambiado tan radicalmente todo lo que pasa. La Isla Tenrou fue una forzada omisión al cambio, en Tártaros auténticamente parece que el mundo cambiará, durante el ahora, en el presente.
Y como no podía ser, he ahí el gran condicional. Fairy Tail
me ha enseñado que las acciones no tienen consecuencias, arco tras arco,
decisión tras decisión, enfrentamiento tras enfrentamiento, nadie me puede
culpar que vea con cinismo esas aparentes consecuencias de Tártaros, no, aún no me fío. Falta ver si en verdad
tienen un valor durante los próximos arcos, o si será otra ilusión más.
Eso es Tártaros, el arco más devastador porque parece que
cambiarán varias cosas más aún queda por verse, pero no quiero ser injusto, la
emoción del comienzo y la validación de varios protagónicos sí que siguen
validándolo como el mejor arco con una marcada diferencia sobre los demás. Sin
embargo, esto me clarifica una cosa, si esto fue el nivel más alto al que llego
Fairy Tail, comprendo que nunca jamás
entrará en ninguna lista mía sobre los mejores Shonen.
Por cierto, esa aclaración sobre el cómo y su carencia de importancia también está relacionado al valor del espectáculo, si bien hay una mejora en la dirección y animación de ciertas batallas, sigue sin existir una escaramuza que saque el pecho por el programa. Algo triste considerar que ni el mejor arco tiene la mejor batalla.
Para finalizar tenemos a Fairy Tail Zero. Me sorprendió la
decisión de usar el arco del origen después del “clave”, aunque analizándolo
desde perspectiva da una estructura muy orgánica. Una pausa para procesar lo
acontecido a la par que se resuelve la incógnita |de cómo empezó toda la historia,
y vale, podrá en realidad ser un arco bastante menor frente a las “amenazas
universales” de la que estamos acostumbrados, por eso es, sin duda, mi arco preferido de toda la serie.
Preferido y mejor es distinto, aún si usualmente caen en el
mismo terreno. Tártaros es el mejor por todo lo que significa para la obra,
pero prefiero mil veces Zero por la brevedad, simpleza y Mavis. Así es, han
dejado al gritón de Natsu por una tierna Mavis, si Mashima decide hacer una
obra más extensa que Fairy Tail con la primera maestra de protagonista, me la como entera y con una sonrisa.
No es como si fuera un personaje dimensional, de hecho, es tan simple como Natsu pero su virar es hacia otras características: Inteligencia en vez de fuerza, ternura por fiereza, compostura y no exaltación, la victoria de sus batallas por estrategias, contrario a vociferar movimientos (con una excepción justificada por guión). Y afortunadamente el equipo animador puso todo el empeño a capturar la inocencia de sus expresiones.
Tampoco hay detrás de la fundación del gremio razones
proféticas para evitar resoluciones cataclísmicas, son ansiares simples, nacidos de casualidades y con motivaciones
sinceras, ciertamente Hiro tuvo que meter una subtrama para darle más
emoción, y puede que fuera previsible y hasta un poco olvidable, pero no se le
puede considerar superflua o salida de la nada, de hecho, es de sus pocos giros
auténticamente notables porque existió un trabajo detrás, tanto narrativo como
temático.
Eso es Zero, una corta anécdota, muy agradecible, con pocos
personajes y situaciones, compacta en sus objetivos y formas, que cumple con el
eterno deseo del fanático de saber los pasados de algunos secundarios. Podrá no
ser tan memorable para el fan en general, aunque en mi caso, desde su principio no había vuelto a
entretenerme así.
La segunda temporada de Fairy Tail dividida en 2 secciones, una terrible primera parte y una pasable segunda. Y solamente porque la segunda cuenta con implicaciones esperando a verse ratificadas, si no llegarán a darse, fácilmente bajará mi percepción. Sólo me ha gustado Zero porque es una entidad independiente. Aquellas esperanzas que plasme al final de mi primera reseña no han sido correspondidas.
Respecto a lo demás, aparte de las mencionadas mejoras
puntuales de la dirección y animación, el programa es igual de mediocre que en
la anterior parte, vuelvo a exceptuar a Zero que en su momento revelación tuvo
la mejor escena dirigida de la serie. Ningún Opening logro llenar los zapatos
(sigue teniendo sobrado mérito considerando la cantidad), y sólo hay un Ending
que sumar a mi Playlist, Never Ever, tanto la melodía más de cuerdas y sus
visuales simples y atractivas lo separan del resto.
Todo el OST sigue siendo excelso, puede que canse escuchar repetidas constantemente las mismas melodías más no termina de hastiar, Yasuharu Takanasi sigue siendo perfecto. En el aspecto visual sólo a destacar los aspectos mencionados a lo largo de la reseña, del resto es una extensión de más de lo mismo que explique en la anterior.
¿Han pasado cosas? No tanto, lo que hay es una promesa de
que cambiarán las cosas, ha habido acontecimientos, lejos de ser lo buenos o
únicos que prometieron serían, sólo han sido. Sigo sin odiar el programa, eso
de vociferar a los 4 vientos no va conmigo, reservó esos ataques a obras más
particulares. En realidad, sólo me
siento decepcionado, nunca espere que así fuera esta travesía. Afortunadamente
la última temporada dura la mitad de esta, irónico que me parezca poco tiempo
para abordar todas las líneas que dejaron sueltas, su narrativa y estructura de
alargue me han terminado malacostumbrando. A lo mejor esa última reseña no
demora otro año, pero ya debería dejar de prometer.
3/7
Curiosamente acaban de anunciar la tercera adaptación para una obra de Mashima. Esperemos sea la vencida. |
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