Hace casi 3 años le dedique un reportaje a uno de mis directores
preferidos, Mamoru Hosoda. En aquel profundizaba en las temáticas de cada
película (“independiente”, es decir, no atada a ninguna saga) y como se
relacionaban entre sí (y debo decirlo, sigue siendo un buen artículo), al
comienzo mencionaba como faltaba su obra que fuera su “consagración” y cerca de
finalizar infería que a lo mejor “Mirai” se convertiría en aquella obra, y
hoy afirmo que así es, la considero sin lugar a dudas, su obra maestra. No
obstante, por méritos que intuía erróneamente y plasmé en ese párrafo final, aunque
durante la primera parte de la película sí que parecen ser ciertos, pero antes
de avanzar, rebobinemos ¿Por qué la misma existencia de tal consideración?
Hosoda ha explorado la familia desde Summer Wars, donde partía de un
enfoque como núcleo social, en Wolf Children se centra en la maternidad y
respectivamente, Bakemono no Ko es sobre la paternidad. Debido a que el título
en español es “Mirai: Mi hermana pequeña” pensaba que Mirai sería una historia
de hermandad, y en parte es verdad, no obstante, el título original “Mirai del
futuro” nos involucra aún mejor con la idea principal de la película, porque
hay una mención del tiempo, aquella dimensión que será vehículo narrativo para enlazar
unas con otras las temáticas recurrentes de su filmografía en un único y
robusto abordaje.
La premisa es original de Hosoda, siendo la tercera vez que participa
directamente como guionista y segunda en solitario, inspirado en sus propias
vivencias respecto al nacimiento de su hija y como provoco celos con su hijo de
3 años porque “no recibía la misma atención”. Formando así lo que parece ser una
sólida base para una historia de hermandad que tendría como objetivo la
aceptación de Kun como el hermano mayor de Mirai. Los primeros minutos de la
película reafirman tal planteamiento, la madre dice claramente al hijo “Desde
hoy serás el hermano mayor, debes protegerla”, en el transcurso de la aceptación
de tal encomienda sucederán hechos fantásticos cuyo origen nunca es revelado,
más no importa ni deben ser cuestionados. Las historias de Hosoda parten de un
hecho mágico de base, lo interesante no es el antecedente, sino que hará con
ello.
Esos segmentos mágicos serán nuestra base para dividir la película según
la temática que abordará cada uno en ese espacio, y el cómo van creciendo
entrelazados para expandirse de aquello que sólo parecía ser una relación
familiar. Por cierto, alerta de spoilers a lo largo del escrito. No en
vano, es un análisis, así que no me quiero andar con minucias.
Posterior a la llegada de su nueva hermana y enfrentar la redistribución
de atención, Kun tiene su primera experiencia mágica, tras un dialogo con Yuuko
(la mascota de la familia), que está convertido en un extraño señor, se convierte
durante unos minutos en el mismo Yuuko en forma canina, corriendo libremente
por la casa. La experiencia y conversación abordan al “pasado inmediato”,
aproximadamente unos 3 años atrás, sobre como Kun paso a ser el centro de
atención de la casa, apartando de su pedestal a Yuuko. Es sólo un telón de
apertura para familiarizarnos con su propuesta mágica e ir asimilando una
importante idea: “Las cosas siempre van cambiando”.
En el siguiente segmento la acompañante es la “Mirai del futuro”, sin
olvidarnos de “Yuuko Señor” que aún estará ayudándonos. El objetivo es
guardar unas muñecas dedicadas a la pequeña beba por una tradición japonesa, no
obstante, de no ser recogidas, por cada día estando afuera, Mirai se casaría un
año más tarde. Su versión del futuro no puede permitir tal atraso de lo que
será su destino, así que forman una alianza para recuperar y almacenar las
piezas.
La secuencia es muy divertida por la priorización en las reacciones de
los personajes, logro posible gracias al trabajo de animación (luego
profundizaremos), y especialmente porque conecta a Mirai y Kun, quien por poder
compartir con una versión mayor con la cuál jugar o meramente dialogar, acerca
un poco su relación. Sin olvidarnos de todas las menciones de su hermana del
futuro reclamándole a Kun sobre cómo debe querer y proteger a su hermanita,
aunque este a sus 3 años aún no comprende la totalidad que involucra tal
conciliación.
Durante el tiempo entre segmentos vemos a las renovadas relaciones
familiares: El padre está asumiendo las tareas de la casa porque la madre
trabaja, mientras que él se encuentra como freelance, por lo que labora
remotamente. Varias veces resaltan como el padre es completamente inexperto en
las labores hogareñas debido a que estuvo mayormente ausente en la crianza de
Kun, culpa de la sobrecarga que tenía en el trabajo, así que ahora, ha de
asumir ese aprendizaje junto a las otras responsabilidades en los demás
frentes, sean el aprendizaje de los deberes del hogar, lo que involucra la
crianza de Mirai o los cambios emocionales de Kun. No es una tarea fácil.
Tampoco es “sencillo” para la madre, durante los momentos que está en el
hogar, la crianza de Kun a la par que Mirai le está exigiendo lo mejor de sí
misma, el chico pide más atención y Mirai sí que necesita más atención, siendo
ese enfrentamiento de necesidades la constante en el hogar. En medio de
esos caprichos, sucede el detonante de otra pelea que conlleva al próximo viaje
fantástico, al tercer segmento.
Previamente los anteriores estaban guiados a cierto nivel de fricción
debido a la atención con Mirai, mientras que este sólo lo tiene de tangente, en
sí, el problema reside respecto a la relación con su madre, así que tiene
sentido el que poco participe en el viaje la “Mirai del futuro”, siendo sólo
una breve acompañante que dará la bienvenida después de confrontar cuáles son
los verdaderos sentimientos de Kun. Está vez el viaje es más hacia el pasado,
de varios años.
La acompañante es la madre cuándo era una niña y como en complicidad con
Kun, vuelven un desastre la casa. Ese pequeño espacio de tiempo ayuda a definir
a la madre del presente presentándola en el cómo era ella, porque sin necesidad
de lo que transcurra en el medio, el ver “punto de inicio y final” definen quién
es a partir de quién solía ser. La describen sus menciones a como también tiene
un hermano menor, donde se enorgullece por ser la mayor por ser la “fuerte”, su
deseo por un gato de mascota y como tiene pensamientos que no vislumbran
consecuencias, sólo lo divertido que pueda parecer cada momento.
No son numerosas las diferencias entre ella y Kun, cada quién tiene sus
pequeños planes a futuro, son hermanos mayores con una relación en desarrollo y
se dejan llevar por caprichos de tanto en tanto sin pensar en las posibles
consecuencias, es decir, son niños. A partir de este punto la temática va en
expansión porque antes podíamos simplemente recostarnos en como se hacía mella
a la relación de hermandad, pero está sección no presenta reflexión, sólo hay una
breve mención a como su madre también es una hermana mayor, más el tío ni
siquiera aparece. Su objetivo es otro, es la instauración de como cada
componente de una familia tiene una historia, una vida detrás.
En esos segmentos de crianza hogareña por parte de la madre, ella
constantemente se pregunta a sí misma si está haciéndolo bien, la Mirai del
futuro también le reclama al pequeño Kun como no está considerando el cómo se
siente la madre. Y la manera de Hosoda para demostrarlo no es una retrospectiva
en el presente, sino una anécdota intrascendente de la infancia, cuyo mayor
aporte es visualizar como todos aquellos que son padres, fueron niños, y
en el fondo, cada quién lo hace lo mejor que puede (en los casos ideales
claro). La abuela al dialogar con su hija en la actualidad resalta esos
sentimientos, “se necesita esperanza para criar a un niño” y “mientras sepas
eso, es lo único importante” como respuesta de como la madre aclara el “sólo
quiero que sea feliz”.
Esa noche rueda una lágrima, más que tristeza es sobrecogimiento,
no en vano, la crianza nunca ha sido fácil y las dudas siempre estarán
presentes, Kun en un bonito gesto hace su propio intento de calmarla, aunque
sea un poco.
Uno de los resultados positivos de ese último viaje fue descubrir una
efectiva manera de lograr que su madre le comprará una bicicleta, el siguiente
segmento del presente se centrará en esos fallidos intentos de como aprender a
montarla. Y en la cual, contrario a hace unos momentos, si quiere la
atención de su padre pero él debe centrarse en el cuidado de la pequeña
Mirai. Conllevando al nuevo segmento mágico, este todavía más atrás.
Regresa hasta el Japón de la Post Guerra, un veterano le ofrece a Kun un
pequeño viaje en caballo y motocicleta, nuevamente, pese a que el conflicto de
interés fue la atención hacia Mirai, la crisis estaba más dirigida a la
preferencia de su padre, sin embargo, no es el mismo “padre” presente en este
segmento, las razones las sugeriré luego, la intención es lo importante.
Devolvernos 3 generaciones hacia atrás no es gratuito, varios enlaces ya los
iremos conectando. Por el momento, su mayor valor es la consideración de como las
lecciones de generaciones pasadas siguen presentes.
En la corta anécdota aprendió a ver siempre al frente cuándo este encima
de su bicicleta, aplicable a cualquier reto en general, a vislumbrar el
horizonte, el punto al cuál quiere alcanzar. Una lección familiar, porque luego
aprende que a quién le llamaba “papá” es su bisabuelo, el que indirectamente le
ha dejado una marca.
Con los últimos 2 segmentos ya tenemos una temática más amplia y
trabajada, sólo queda el toque final, el punto donde Hosoda lo entrelaza todo
otra vez, a la conexión definitiva de tiempos y épocas. En la
preparación de una salida familiar, Kun tiene una rabieta por un hecho
intrascendente y de ahí al último viaje que le lleva a una estación desconocida
en medio de la nada, donde un muchacho similar y diferente, le reclama el
obstinarse por un capricho, amargando lo que podría llegar a ser un feliz
recuerdo.
Escapando termina en una versión de estación de metro con un tren muy
tenebroso, preso de la ansiedad por no encontrar a nadie conocido va a la zona
de niños perdidos donde le piden el nombre de un familiar al que contactar, por
no recordar el nombre de sus padres y evitar el reconocer a Mirai como su
hermanita, parece inevitable el que sea absorbido por el escabroso transporte,
hasta que entonces, aparece justamente aquella quién dice no aceptar, la
pequeña Mirai gateando hacia una de las puertas del tren, corre a protegerla y
acosado simultáneamente por el tren, el guardia y sus inseguridades, finalmente
lo aclama “Soy el Hermano Mayor de Mirai”.
Y entonces sucede la conexión, la versión del futuro de su hermana debe
llevarle al tiempo donde pertenece, para lograrlo se transporta con apoyo del
árbol, el que estaba en el jardín, un símbolo para nada sutil, y por si fuera
poco, ni la misma Mirai lo adorna “Es el árbol de nuestra familia”.
Miran fragmentos del pasado, el que conllevo al cómo está conformado el
presente.
La estructura propuesta por Hosoda queda clara y entendemos como se ha
construido alrededor de tal “La familia es un núcleo social resultado de
decisiones de generaciones y generaciones, así mismo, inferirá directamente en
la formación de las futuras generaciones y generaciones”. Summer Wars
tomaba al núcleo familiar únicamente en el presente, y sus posteriores 2
películas se encontraban en una relación, está vez es la convergencia de todas
las relaciones en una misma reflexión. De ahí la sección con los recuerdos de
madre, e infiere la certeza de que podría haberse dedicado únicamente a esa
generación inmediatamente anterior, pero Hosoda lo extendió todavía más,
retrocedemos 2 generaciones atrás en el próximo segmento, al bisabuelo, transformándose
en el detalle definitivo para ejemplificar tales intenciones.
Porque si no hubiera sido por la carrera entre los bisabuelos ¿Cómo
podría ahora existir? Y es tan sólo una historia, cada existencia es el infinito
resultado de casualidades, un milagro en sí misma, cada “intrascendente” anécdota
ha tenido efectos cuáles olas sobre el presente: Su madre que prefería a los
gatos más debido a un descubrimiento inesperado termina prefiriendo a un perro
de mascota, el padre que veía en su hijo al muchacho que una vez fue y que
también duramente aprende a montar una bicicleta (infiriéndose porque en el
segmento del bisabuelo le llama “papá”) y el bisabuelo quién continuo la cadena
al decidir vivir después de ser lesionado en la pierna por un bombardeo.
En el árbol se extienden y extienden ramas, momentos que fueron y
aportaron al curso, la interconexión de acciones que construyeron ese
inevitable presente, el saber que ahora es su momento y debe corresponder a su
familia, al milagro donde le ha tocado y al que deberá aportar hacia el futuro,
porque el árbol seguirá creciendo. No importa lo distantes que estén unas con
otras las ramas, comparten el mismo tronco, y él será la futura referencia para
una generación distante. Y he ahí el mensaje “La familia podrá cambiar, pero
siempre se referencia a sí misma”.
El capricho dejo de importar, se alista a vivir un agradable fin de
semana con su familia, con la pequeña Mirai.
Hosoda sólo podía llegar a la culminación de su visión temática de esta
manera. Revisando su trayectoria desde la perspectiva, aún con sus bajones, no
puede parecerme otra cosa que admirable. Está “tetralogía” no declarada del
director, estoy seguro será referenciada y estudiada con el paso de los años.
Sean sus caracterizaciones temáticas, la inclusión de los pequeños detalles, o
evidentemente, su evolución como director y autor.
Mirai cuenta con diversos apuntes concretos que robustecen sutilmente la
experiencia, por ejemplo: En el primer plano de la película, con cámara
descendente nos presentan la locación, en el suburbio costero, destaca una casa
naranja con un extenso patio. Después de un corto montaje sobre los habitantes
de tal morada, parte del patio es ahora otra sección de la casa, aunque sigue
teniendo una pequeña zona verde. Ese movimiento de cámara será utilizado otro
par de veces en la película, sin ninguna transformación igual de grande más si
habrá cosas diferentes. Porque nuevamente, todo cambia.
La película se desarrolla en Yokohama, capital de la prefectura de
Kanagawa, seleccionada por el mismo Hosoda quien argumenta su decisión en “Es
una ciudad siempre en cambio”. Y los segmentos del bisabuelo también son
apoyo a tal dirección, en la persecución del atardecer un edificio se alzaba,
años después, el mismo edificio ya invadido por la naturaleza será el punto de
referencia para Kun y su bicicleta. O claro, el cómo sutilmente comienza
montando un caballo y al corte, es reemplazado por una motocicleta, los campos
alrededor que estaban abiertos ahora está lleno de construcciones, las
fotografías sobre su madre y anteriores familiares, recuerdos que referencian a
otros recuerdos.
Por cierto, la anécdota del bombardeo es otro hecho basado en Hosoda, en
el bisabuelo de esposa. Siendo otro detalle curioso en una larga lista de
detalles impulsados por Mamoru para favorecer el realismo (y considerando los
hechos fantásticos, bien podría considerarse realismo mágico). La misma casa
está diseñada por el arquitecto Makoto Tanjiri, de hecho, el personaje del
padre está casi parcialmente basado en él, cuándo contactaron sólo le pidió el
diseño del que sería el hogar, más al enterarse que este también tenía un hijo
pequeño, se decidió por cambiar la profesión del padre en la película y dejarle
como arquitecto.
El tren bala está basado en el famoso “Shinkansen” y además es contacto
directo a la afición de los trenes por Kun, en el metro se encuentra con seres
extraños, diseñados por el ilustrador de cuentos infantiles “Tupera Tupera” y
de quién el hijo de Hosoda es un fanático. Precisamente ese segmento es de los
que considero una de las mejores demostraciones del tipo de autor que es Mamoru,
porque no llega a la exhibición del refinamiento digital que muestra Shinkai,
sino al equilibrio de estilos, animación tradicional y expresiva, capaz
de utilizar CGI en los momentos donde quiere llegar a demostrar algo más (ha
declarado su intención de seguirlo usando en futuras películas e incluso no
descarta una completamente animada en CGI).
Y es que Studio Chizu está escalando como de los estandartes de la actualidad
en cuánto a la representación de “animación tradicional”, las batallas en
Bakemono no Ko se encontraban entre las mejores de su año, en cambio, Mirai
está más cerca de Ookami Kodomo referente al enfoque de la animación. Los
diseños más simples fueron compensados con fluidez y expresividad, así
que la película en ningún momento se siente “estática” siempre hay algo en
movimiento, y esa interacción es con suavidad y gracia.
La supervisión de la animación estuvo a cargo de Hiroyuki Aoyama y Ayako
Hata, curiosamente, una pareja de esposos, una posición que usualmente era
designada a Takaaki Yamashita, sin embargo, Hosoda decide que los más
apropiados para el cargo eran la pareja. Se nota el peso de la decisión en el
transcurso de varios gags y pequeños momentos, la interacción que ocurre
en esos espacios comunes, como sus acciones se involucran con el entorno,
asignándoles una credibilidad a que ese algo si está pasando.
De hecho, consideremos a los infantes de la película, los movimientos de
un niño son particulares, están aprendiendo, creciendo, no pueden moverse como
el que ya sabe caminar, sería antinatural. Durante varias secciones, como Kun
bajando las escaleras, sucede paso a paso, escalón a escalón, apoyándose en el
anterior, de pararse vemos toda la secuencia, o por supuesto, Mirai y su tierno gateo o gestos mínimos con cada mano. Para lograr tal pulido, Hosoda lleva a
sus hijos un par de veces al estudio, para que los animadores pudieran desde
hacer sketches hasta ver cómo se comportan en los instantes más naturales.
Eso si las voces son de seiyus profesionales (todo realismo tiene un
límite), Mirai está interpretada por Haru Kuroki y Kaede Hondo (la del presente
y la del futuro respectivamente), Kun es Moka Kamishiraishi y Tasuku Hatanka
(en los mismos tiempos anteriores), a destacar Haru Kuroki, presente en las 2
películas anteriores de Hosoda. Y nada que criticar del excelente aporte de
cada cual. La música es firma de Masakatsu Takagi, quién se hizo cargo de Wolf
Children y Bakemono Ko no, en Mirai se mezcla una ambientación de ensueño
junto a sonidos contemporáneos, resultado de una transformación donde al
comienzo el sonido se acercaba más a la fantasía, pero mientras sucede avanzaba
la producción de la película, torna en intimidad y cercanía.
Tanto el Opening como el Ending son de Tatsuro Yamashita, el mejor
cantante posible para canciones que calcen con una película de pasado,
presente y futuro, es la segunda colaboración que tiene con Mamoru Hosoda y
la primera donde escribe 2 canciones para la misma obra. Mirai no Theme es el
perfecto telón a una historia familiar en un pueblo japonés, rememora recuerdos
a la par que invita a vivirlos. Music Train para rodar los créditos y repasar
esa aventura que acabamos de vivir.
Que exista una consagración no quiere decir que de aquí en adelante no
supere ese techo, ni mucho menos, sencillamente es que le considero, en toda
regla, como de los mejores directores de la actualidad. Tengo sobrada
expectativa en sus próximas películas, Belle es su segundo romance después de
La Chica que salto en el tiempo con ciertos toques que me recuerdan a Summer
Wars, así que estaré atento sobre cómo continua su filmografía, y claro, puede
sin duda regresar a temáticas sobre la familia, no importa, antes quisiera ver
que más aporta, porque sea lo que suceda, ya existe un enternecedor y
sólido abordaje sobre como el núcleo familiar es la convergencia de
experiencias, sueños y acciones, con incidencia en lo que vendrá.
Bibliografía
- Interview: Mirai Director Mamoru Hosoda - Anime News Network
- Mamoru Hosoda on Mirai, Fatherhood and the Meaning of Life - Paste (pastemagazine.com)
- Mamoru Hosoda’s New Film: Mirai Of The Future Impressions [Annecy 2018] – Sakuga Blog (sakugabooru.com)
- Mamoru Hosoda: «Il est impossible de porter une sensibilité divergente au sein du studio Ghibli» – Libération (liberation.fr)
- Interview: Mamoru Hosoda on Mirai, Family and Studio Chizu • Anime UK News
- Crunchyroll - Tatsuro Yamashita Provides OP&Theme Songs for Mamoru Hosoda's New Film "Mirai of the Future"
4 Comentarios
Saludos
Saludos y Gracias por leer!
No había podido comentar sobre tu texto porque aún no veía la película. Por fin tuve una oportunidad y creo que logras plantear muy bien ya no solo las bases del filme sino del estilo del propio Hosoda.
Al principio eso sí, termine igual de engañado sobre el eje de la hermandad y pensé que todo irá por ahí. Obviamente no fue así y aun cuando sí creo que Hosoda hace bien en iniciar la "travesía" con Mirai adulta (obviando a Yuuko) y posteriormente terminarla con ella misma, el mayor peso de maduración va sobre los otros 2 viajes, siendo que ya para el final se me hace más una asimilación de lo aprendido... como dices "Todo cambia..."
Respecto al resto de puntos, concuerdo contigo respecto al trabajo técnico y sobre todo el musical. Aún es pronto para mi (la vi ayer) respecto a ponerla como su gran obra, pero créeme que me tomare el tiempo para pensarlo y en unos meses cuando haga el especial sobre Hosoda seguro tendré una respuesta más desarrollada.
De momento solo quería por fin comentar las primeras impresiones y como siempre, felicitarte y agradecer el texto (espero me permitas referenciar este y el otro dedicado al director, ese me parece también muy bueno, incluso un poco mejor que el que hiciste de Makoto Shinkai...)
En fin, como siempre un gran saludo amigo!
Puedes citarme cuándo quieras, esperaré expectante tu reportaje, me alegra que tanto este como el otro, te sirvan.
Un Saludo